Oh, Luisa. Microcuento, 2009

Oh, Luisa
Había una vez un bebé.
Y nada.
Había una vez un bebé y nada, Luisa. El bebé no quería nada. Estaba acostado y no quería sentarse. Acostado miraba el bebé. O no miraba. No pensaba, eso es seguro. El bebé satisfecho. Ni comer ni mover ni querer. Nada. Tú no habías aparecido, Luisa. Solo era yo bebé y nada. Ni tu piel ni tu carne. Sin Luisa.
Mi recuerdo más lejano es ese. Lo recuerdo desde afuera, por eso de las almas que tardan en llegar al cuerpo. La mía habrá tardado unas semanas, porque me vi desde afuera y pensé: Hay un bebé.
Y nada, pensé.
Después, se me metió el alma para complicarme la nada y desde entonces quiero. Quiero. A ti, Luisa. Nada quiero y todo busco. Desde entonces quiero, Luisa.
Luisa mi todo, mi alimento mi religión mi espera mi fuego, Luisa mi dama mi obsesión. Luisa, comerte quise. Contra el espejo morderte y tu imagen comerme y tus cachetes.
Por eso Luisa mi Luisa. Luisa. Luisa, que comerte tuve, Luisa. Masticarte blandita y el cuello morderte y tu sangre beberme, Luisa, mi Luisa. Perdón. Luisa.
Luisa.
Luisa.

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